25.4.12

UN EXTRAÑO ANIVERSARIO: HELENA USANDIZAGA ESCRIBE SOBRE OSVALDO LAMBORGHINI


Osvaldo Lamborghini.

Que Osvaldo Lamborghini no era ningún angelito —ni falta que le hacía— ya lo sabíamos; que era un extraordinario y salvaje escritor, también. Así que la anunciada relectura de sus años barceloneses, para corregir aspectos de la biografía de Strafacce, sugiere quizás la reparación de los fantasiosos nombres de lugares de encuentro o del sesgo más o menos malintencionado que adquieren algunos personajes de Barcelona en esa biografía. Los sobrevivientes de aquellos años lo hubiéramos hecho con los ojos cerrados.

Pero los errores llaman a los errores y se produce el hecho cómico de que cualquiera que escribe sobre Lamborghini en Barcelona los vuelve a cometer y los reinventa (incluso Gregorio Morán en su ferviente y mucho más sugerente presentación en una de sus sabatinas de La Vanguardia, el 25-26/12/2009). Así que los olvido, y sigo leyendo para ver qué propone el joven escritor y periodista Jorge Carrión.

Entiendo que se trata más bien de una reinterpretación de la figura de Lamborghini en Barcelona, pero tras un inicial desencuentro con la viuda de Osvaldo, la aportación se convierte en un curioso ejercicio de descalificación ad hóminem —y ad mulierem, porque Hanna recibe varias estocadas—. Se diría que el único defensor de Lamborghini en aquellos años fue Marcelo Cohen, pero el sincero afecto que recuerda y la sabiduría que intercambiaron quedan como soslayadas por sus coincidencias (respecto a la virulencia del duelo verbal) con Toni Marí, impresionado en especial por las discusiones sobre Hegel que tuvo con Lamborghini. El anecdótico desencuentro que el texto articula como batalla entre “los Marí” y la menos institucional unidad Hanna/Osvaldo —la desclasada y su mantenido— refiere, así presentado, a un tejido de lugares comunes que insisten en el perfil asocial de los dos, una casi demonización que ya detectó César Aira evocando a otro Osvaldo que yo también conocí:

En estos últimos años la leyenda ha hecho de Osvaldo un «maldito», pero las bases reales no van más allá de cierta irregularidad en sus costumbres, la más grave de las cuales fue apenas la frecuencia en el cambio de domicilio. Para unas normas muy estrictas pudo haber sido un marginal, pero nunca, de ninguna manera, el esperpéntico fantasmón que un lector crédulo podría deducir.

Osvaldo era un señor apuesto, atildado, de modales aristocráticos, algo altivo pero también muy afable. Su conversación deslumbraba invariablemente. [...] Vivió rodeado de admiración, cariño, respeto, y buenos libros, que fueron una de las cosas que nunca le faltaron. No fue objeto de repudios ni de exclusiones; simplemente se mantuvo al margen de la cultura oficial, con lo que no perdió gran cosa.

Del prólogo de César Aira al libro Novelas y cuentos, publicado por Ediciones del Serbal, 1988. Nada que ver con el personaje de este artículo: al final, el texto remacha la imagen de Osvaldo y Hanna en espejo, con la teoría de que cada uno fue la obra maestra del otro, lo cual, después de los perfiles trazados, sugiere una dudosísima ironía.

Y, también al final, me vuelve a la mente el principio del artículo de Carrión: Hanna, al recordar a quienes frecuentaba Osvaldo, habla “sobre todo de Vladimir Herrera”, que no parece existir en estas líneas. Aquí llega.

Helena Usandizaga

* Tomado del blog Laguna brechtiana.

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