12.5.12

MAURIZIO MEDO: ACLARANDO A EDUARDO MILÁN


Poeta peruana Maurizio Medo junto a poeta uruguayo Eduardo Espina.

Arequipa, sábado 12 de mayo

Grande es mi sorpresa. A través de un post de León Félix Batista puedo leer unas declaraciones de mi amigo, el poeta uruguayo, Eduardo Milán:

Sobre el neobarroco, al cual vinculan a León Félix, afirmó que gracias a Maurizio Medo aquél vuelve por sus fueros como si fuera El jinete pálido o La máscara de la muerte roja. Resalto en cualquier caso, lo que para él constituyó, el neobarroco no puede volver: el neobarroco fue una emergencia de escritura. Y las emergencias no vuelven. Y si vuelven es porque ya no son emergencias. Lo que puede plantearse nuevamente ya no como algo triunfal o vengativo o cabizbajo, esa frente marchita del tango “Volver”, es la habilitación de estados de cosas que precipitan emergencias. Entonces sí, acuérdate del neobarroco.

Si hoy el neobarroco volviera como el Jinete Pálido, éste tendría la edad de Clint Eastwood y bastaría sólo que el malvado comisario Stockburn lo amenace para tener que interrumpir la filmación, mientras el héroe se repone del susto con una infusión de pasiflora y valeriana. No, no puede volver.

En lo que a mí respecta he sido bastante claro en las diversas ocasiones en las que pude haber sido requerido con respecto a la situación de la poesía en América Latina. Las escrituras, he dicho y más de una vez, están articuladas a través de la fusión de los discursos —por cierto, históricos-coloquial y neobarroco—, los mismos que, hoy, se “encuentran” yuxtapuestos, uno sobre el otro, formando diversas capas y sedimentos lingüísticos. Es decir, formando nuevas densidades. El neobarroco, en estado puro, fue un discurso y sí, también una urgencia, completamente superado en función de las demandas y necesidades de esa urgencia histórica y específica y que las nuevas hoy no vivimos una, sino diversas urgencias sobrepasan todo lo que pudiera plantear este tipo de discurso. Por ello mi poco interés en tratar de asesinar a un cadáver, tal como lo planteaban los manes del Cartel de Sinaloa.

Sin duda el neobarroco hoy tiene exégetas, imitadores e intérpretes de viejos covers… Los correveidile abundan insisten: “Milán te sitúa junto a ellos”. No es así. De ello dan fe sus palabras: La poesía de Maurizio Medo encarna una situación de la poesía latinoamericana actual: la que ve la pérdida de memoria, de entronque con la memoria de sus ancestros que le otorgan legitimidad. Un velo se ha descorrido ahora, un velo que la poesía anterior a la generación de los nacidos en los sesenta, la de Medo, parecían no querer tocar. Las excepciones bordean la épica —Zurita, Montalbetti— rara vez la lírica. La poesía de Medo viene a señalar esa ruptura”.

Entonces, ¿de qué estamos hablando? Si no es a través de mi poesía, como él mismo sostiene, ni tampoco a través de mi, muy escasa, producción crítica, insignificante comparada con la de Eduardo, como lo estoy aclarando, no veo cómo podría provocar que el neobarroco “vuelva por sus fueros”. Esta idea me resulta algo “neoborrosa” el término es de Tamara Kameszain y más si es dicha en un tiempo como éste, uno neoverraco.

¿Responsabilizar? a un poeta de originar una especie de return of the living dead (así planteado) es otorgarle a éste una facultad de la que me desentiendo totalmente no soy un hungan y, mucho menos la versión masculina (y recargada) de Madame Sosostris. Sólo puedo decir que mi escritura va por otra parte. Para explicarlo con claridad cito nuevamente a Eduardo, como él señala, escribo desde una “multivocalidad donde habla a veces un beat y al lado un dolcestilnovista hilados por un tiempo poético que parece desoír el abrumador tiempo histórico presente, muy lejos de terminar. Hablan voces venidas del costado que ladean no al canto: a la posibilidad abierta, en interrogante, del pájaro parado sobre su garganta”. Así es. Estoy atento, y escribo, a un “costado” (sea de la concepción de una poesía nacional específicamente la peruana y global como aquella denominada “latinoamericana”. Por ello, es absurdo pensar que, gracias a mi performance, podamos atestiguar la silueta de un neobarroco reload como también, y esto incluye a un par de poetas seleccionados en mi trabajo Un país imaginario. Escrituras y transtextos. 1960-1979 creer que yo “promuevo” este tipo de discurso. Creo más bien en la proliferación de escrituras que dan cuenta de una nueva situación de “extranjería”, respecto de una lengua; creo en su dignidad sin que medien militancias o carnés de membrecía; creo en su condición de homeless  respecto de una oficialidad canóniga. Así que “no me tires encima el peso de ese muerto, compadre” dirían en Lima.

En el “costado”, y vale decirlo, tampoco estoy “jaraneándome solito”. Se han abierto nuevos territorios y, sí, quizá el neobarroco pudo abrir la trocha para que ocurra ello. Si algo hay de éste es la huella de su paso por este terreno, el cual resulta tan movedizo que, en lugar caminar por ahí buscando el fantasma de Lezama, conviene estar atentos, muy atentos pues, como sabemos, hoy nada “recuerda su propia creación, su momento”, mientras sentimos que una frontera nos persigue. 

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